Por Cristóbal Vergara, gerente general de SAP Chile.
En marzo de 2021, un estudio realizado por Laboratoria, en conjunto con el Laboratorio de Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID Lab), reveló que apenas el 52% de las mujeres adultas forma parte del mercado laboral de Latinoamérica y que solo 30% de los puestos de trabajo en la industria tecnológica lo ocupan ellas, poblemática que es peor en Chile, donde las mujeres sólo están en el 5% de los empleos del sector, según la Asociación de Empresas de Tecnología de la Información, ACTI.
Razones para promover la incorporación del talento femenino a los espacios laborales hay de sobra. Marginar o no incorporar a las mujeres es desaprovechar las capacidades de la mitad de la población mundial, perpetuando además las inequidades de género.
No hacerlo también contrae las economías y limita las opciones de desarrollar productos útiles y funcionales para todos, disminuyendo con ello los buenos resultados de negocio. De hecho, está comprobado que aquellas organizaciones que gestionan comprometidamente la inclusión y la diversidad obtienen ventajas competitivas respecto a sus pares.
Por un lado, mejoran la reputación de la marca, fortalecen el respaldo de la ciudadanía, consolidan la lealtad de sus clientes y atraen mayor capital de inversionistas; por otro, desarrollan innovación, refuerzan su clima laboral y aumentan la satisfacción y el compromiso de los empleados, incidiendo directamente en el periodo de permanencia.
Agregue que si en compañías tradicionales el 53% de los trabajadores se mantiene, en promedio, más de 3 años, en un ambiente laboral diverso el porcentaje aumenta al 72% («Diversity Matters», 2020, de McKinsey & Company).
Ahora bien, el desafío es crear culturas corporativas que no sólo beneficien a un segmento del capital humano, sino a todas y todos los colaboradores. Implementar, por ejemplo, programas de conciliación laboral y familiar con iguales beneficios para hombres y mujeres, entendiendo que los buenos espacios de trabajo son para todas las personas. También paridad salarial o una escala de remuneraciones que dependa únicamente del desempeño.
Para lograr la tarea, será fundamental aplicar evaluaciones periódicas de las políticas y los procedimientos corporativos, ejecutar planes de acción para buenas prácticas, desarrollar dinámicas de retroalimentación con las y los trabajadores, atraer y retener talento, y generar redes con otras empresas para conocer e incorporar acciones inspiradoras, que finalmente transformen las vidas y el mundo.
Esta visión va más allá de las razones de negocios, responde a un propósito, a valores y convicciones que se alinean con un profundo sentido de lo humano, pues ¿quién no quiere vivir en una sociedad más justa y equitativa? Construirla depende de todos y del esfuerzo que pongamos por avanzar en estas materias, en cada uno de nuestros ámbitos.
Descubre más desde TEKIOS
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.