El valor de las transacciones del neobanking, en Estados Unidos, alcanzaría US$820.000 millones en 2021.
Los neobancos, también conocidos como bancos online, ofrecen servicios financieros exclusivamente por internet. Si bien estos proveedores de tecnología financiera están redefiniendo las reglas del sector bancario desde hace varios años, el cierre de sucursales físicas por la pandemia reveló las ventajas de un modelo de banca digital.
Según datos del Statista Digital Market Outlook, se prevé que el valor de las transacciones en el segmento del neobanking en Estados Unidos alcance unos US$820.000 millones en 2021, gracias a que 10% de su población utiliza la banca online.
Entretanto, al sur del continente, se espera que Brasil supere una tasa de penetración del 13%, moviendo casi US$179.000 millones en transacciones.
El Reino Unido será, según los pronósticos, el líder europeo del neobanking este año, con un índice de penetración del 18%, una diferencia significativa si se compara con España, donde se sitúa por debajo del 4%.
Lo del Reino Unidos no es casualidad, ya que este país lleva la delantera del fenomenos del neobanking desde 2016. El informe de 2016, de BBVA Research, Neobancos’: creando el banco digital desde cero, ya mencionaba que comenzaban a volverse una realidad porque «el mayor escollo que encontraban era la complejidad y el coste para obtener una licencia bancaria, pero en el Reino Unido ya se han dado pasos para simplificar este proceso, facilitando el surgimiento de varios neobancos».
Algunas de las características de los neobancos son: su propósito es satisfacer las necesidades financieras básicas de una parte muy importante de la población, que no requiere productos sofisticados; utilizan básicamente canales digitales, especial o únicamente el móvil, y se orientan sobre todo a los clientes de las nuevas generaciones, que están más dispuestos a aceptar una entidad sin presencia física; su oferta de productos está basada en cuentas corrientes y de ahorro, tarjetas de débito y prepago, servicios básicos como los envíos de dinero entre particulares, combinados con distintas herramientas de gestión de las finanzas (ayuda en planes de ahorro, gestión de gastos e ingresos a través de alertas y mensajes, etc.); frente a los bancos tradicionales, cuentan con la ventaja de no tener un legado tecnológico complejo, con datos difíciles de explotar al estar organizados en silos, y con el ahorro de costes que supone no contar con un red física de distribución.

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