Por Gilberto Martins, director global de Asuntos Legales y Regulatorios de EBANX.
Hoy, a nivel mundial, hay cada vez más países que están integrando leyes y normativas para regular un sector cada vez más relevante: las tecnologías financieras.
Así es como la necesidad de ordenar este sector ha sido altamente debatida en la última década en Latinoamérica, ya que se cuestionó mucho su utilidad. Sin embargo, los países que han implementado algún tipo de regulación han visto beneficios para toda la sociedad, principalmente al equilibrar los monopolios de los bancos y adquirentes, generar un aumento de instituciones financieras no bancarias, además de una fuerte derrama económica proveniente de este sector.
El marco regulatorio trajo certidumbre al mercado y propició que los jugadores entiendan las «reglas del juego»; generó una competencia sana y permitió prosperar a los clientes (los consumidores finales o las empresas que contratan a las fintechs), tras alcanzar la confianza necesaria para escoger los servicios que más se acomodaban a sus necesidades.
En nuestra región, las regulaciones implementadas han demostrado ser esenciales para el desarrollo de este sector, como ha sido el caso de Brasil y México. Gracias a los esfuerzos que se realizaron para fortalecer el ecosistema financiero digital, estos países han logrado obtener el reconocimiento internacional al posicionarse en el Global Fintech Rankings 2021 en la posición 14º y 32º, respectivamente. No por nada, en Brasil, la ciudad de Sao Paulo se ha posicionado dentro de la lista de las 10 principales ciudades del mundo más prósperas para las fintechs.
Este crecimiento se puede atribuir a muchos factores, pero principalmente a la apertura que las regulaciones trajeron debido a que, anteriormente, el mercado estaba bloqueado y los únicos que podían ofrecer servicios financieros digitales eran los bancos. Pero a partir de que los reguladores permitieron el acceso a otros jugadores, se desarrollaron tecnologías disruptivas que siguen revolucionando el mercado, no solo del lado de los tarjetahabientes y usuarios financieros, sino también del lado de los establecimientos comerciales.
En México, la conocida Ley Fintech, a partir del 2018, permitió mayor apertura para desarrollar productos y servicios financieros tecnológicos. Gracias a esta normativa, el país ha logrado la creación de casi 250 empresas fintech, y de estas, dos ya alcanzaron la categoría de unicornio (Konfío y Kavak).
En el caso de Brasil, desde que el Banco Central diera el primer paso para que, a partir del 2013, se abriera el mercado de métodos de pago, se ha visto un «boom» en el sector fintech, propiciado por los legisladores que han visto el impacto positivo de las regulaciones en la economía.
Pero a partir de ese año el país ha seguido afinando su estructura normativa y esto se ve reflejado en su última adición: el Marco Legal para Startups. Gracias a esto, se simplificará la creación de empresas innovadoras y se estimulará la inversión al reforzar la seguridad jurídica para los inversionistas. Esto permitirá que nuevos emprendimientos alcancen con mayor velocidad a los 14 unicornios y a las casi 500 fintechs de 12 sectores especializados (KoreFusion) con las que ya cuenta el país.
ERA DORADA
El avance de México y Brasil no ha pasado desapercibido para los otros países de la región, por lo que sus propios legisladores se han inspirado en estas leyes para adaptarlas a sus legislaciones, buscando dinamizar la competencia y mejorar la oferta de servicios. Al abrir sus mercados, saben, generarán al final del día una reducción de costos y una mayor demanda.
Este avance legislativo regional está generando una «era dorada» para las fintechs, ya que se están rompiendo los oligopolios que bloqueaban el desarrollo para que las nuevas empresas, como Proveedores de Servicios de Pago, Agregadoras, Pasarelas de Pago, entre otras, empiecen a ofrecer sus productos y servicios. Países como Argentina, Colombia y Chile están muy avanzados en estos procesos, gracias a sus recientes proyectos de ley y decretos que suman al nuevo impulso que necesita la región para competir globalmente.
Un país que vale la pena resaltar es Chile, ya que sus legisladores y autoridades se están inspirando en la ley mexicana para crear las nuevas normativas, con el propósito de que la industria tenga mayor certeza jurídica para facilitar la inclusión financiera de personas que hasta ahora no tenían acceso a este tipo de servicios. Adicionalmente, en Chile se está poniendo sobre la mesa de discusión la apertura del mercado de pagos incluyendo el de adquirentes, ya que este país era particularmente vertical en este sector. Estos cambios permitirán la entrada de nuevos jugadores que fortalecerán la competencia interna, y que Chile pueda alcanzar a los países de la región con un desarrollo industrial fintech más avanzado.
Pero no hay que olvidar que abrir los mercados a estas nuevas tecnologías tiene un precio, por lo que todos los países de la región deben seguir revisando cómo se está dando está apertura regulatoria, para buscar mecanismos de supervisión que eviten situaciones problemáticas o conflictos en el sector. Es más, todavía es necesario seguir trabajando en las leyes que ya se han implementado para que las fintechs tengan normas similares a las de los bancos, con el fin de garantizar un equilibrio entre esos dos sectores, además de elevar la transparencia del quehacer del mercado y la protección de los usuarios. Esto puede ser algo muy complejo, pero vale la pena seguir trabajando para encontrar un equilibrio entre las necesidades de la industria y las leyes y normativas para tener un mejor ecosistema.
Gracias a todos los esfuerzos que se han hecho, tanto del lado de la industria como de las autoridades, se ha logrado crear este ambiente propicio, en toda la región, para la economía digital, un impulso que está siendo aprovechado por los usuarios, tanto, que ya es cada vez menos necesario tener una cuenta bancaria tradicional. Ahora, ya se ha convertido en una normalidad que los latinoamericanos accedan a una gran cantidad de servicios a través de fintechs, un servicio que tradicionalmente hacían los bancos. Esto ha cambiado radicalmente los hábitos de los ciudadanos y la forma en la que estos utilizan los productos financieros, sobretodo desde la expansión del uso de teléfonos inteligentes, un adelanto tecnológico que está acelerando la innovación en la industria, mediante el desarrollo de plataformas de pagos instantáneos, como Pix, del Banco Central de Brasil, o CoDi, desarrollada por el Banco de México.
Pero esto solo es el principio. La región necesita seguir impulsando este tipo de regulaciones para que los países que todavía no las han implementado gocen de los beneficios que disfrutan quienes ya lo han hecho. Asimismo, que los que ya aprobaron este tipo de legislaciones, puedan perfeccionarlas, siempre con el objetivo de que las innovaciones dentro del sector aumenten la confianza y la transparencia que necesitan los usuarios, el sector y las autoridades. Sobre todo ahora que la siguiente etapa está muy cerca: los pagos inmediatos entre países, tal y como sucede en otras regiones del mundo, lo que ha disparado el crecimiento de estas economías.
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