Hoy se conmemora a las mujeres emprendedoras en el mundo. Estas 4 sobresalientes empresarias son un ejemplo de los claroscuros que enfrenta el emprendimiento femenino.
La pandemia dejó al descubierto, más que nunca, el interés y necesidad de los chilenos por emprender. Según una encuesta realizada por Ipsos y publicada en enero pasado, el 46% de los chilenos inició algún emprendimiento durante la crisis sanitaria y otro 37% no lo ha hecho, pero sí lo ha considerado.
Sin embargo, distintos estudios y mediciones han mostrado que, como ocurre en muchos otros ámbitos, son los hombres quienes van a la cabeza en materia de emprendimiento y las oportunidades que tienen ellas para iniciar un proyecto a veces son escasas.
Como una forma de destacar el rol de la mujer en los negocios, Naciones Unidas llama cada 19 de noviembre a celebrar el Día Mundial del Emprendimiento Femenino, una efeméride cuyo objetivo es visibilizar la importancia del empoderamiento femenino para terminar con la desigualdad de género. En este contexto, la app Rappi quiso destacar los casos de 4 mujeres, demostrando que el espíritu emprendedor puede ser tan fuerte en ellas como en ellos.
Estos son los casos elegidos:

Para Andrea Sosa, la idea de Maldita Pizza partió hace ocho años, cuando era una recién egresada de la carrera de Relaciones Pública y, en un momento eureka, se le apareció algo que siempre estaba presente en reuniones con amistades y cuando pololeaba con su actual pareja: las pizzas.
¡Manos a la masa! Arrendó un local, que tuvo que reacondicionar, y partir haciendo lo más básico, como preparar «nosotros mismos los ingredientes, salir a entregar folletos; volvíamos al local y esperábamos los llamados para preparar e ir para entregar», recuerda Andrea.
El esfuerzo valió la pena, porque la buena fama de estas pizzas con ingredientes gourmet se fue cocinando a la perfección y para 2019, en plena pandemia, Andrea ya estaba abriendo su tercera sucursal.
Para Andrea Sosa, una mujer emprendedora, lo más importante para emprender es tener pasión, porque un negocio es el proyecto de vida; no es hacer pizza por querer vender, sino algo donde están involucrados el cariño por hacer bien las cosas.

Layyin Chau, «Lay» para los amigos, desde muy pequeña fantaseaba con compartir los sabores y recetas familiares de la cocina china, esa que les preparaba su madre en casa y que no se encontraba en otros restaurantes de Santiago.
Recién egresada de marketing y con la experiencia emprendedora de sus padres, la idea de un restaurante rondaba su mente y siempre encontraba un espacio para soñar con cada detalle.
Fue en agosto de 2019 cuando se aventuró a iniciar Mama Chau’s, con una carta pequeña pero empapada de la cultura familiar. En un principio sus papás le propusieron suavizar los sabores de sus recetas, porque podía no ser del gusto chileno, pero Lay y sus hermanas se negaron rotundamente e insistieron en conservar las recetas originales; fue así que alcanzó su éxito y reconocimiento.
Ante la pandemia, tuvieron que cambiar su modalidad de trabajo a pedidos a través de delivery, donde ha logrado mantener a sus antiguos comensales, fidelizarlos y acceder a nuevos clientes. Aun cuando las medidas sanitarias se han relajado, para ellos el modelo de dark kitchen les ha funcionado muy bien e incluso podría abrirles posibilidades de expandir su emprendimiento.
Para Lay, emprender «me ha acercado muchísimo más a mi lado chino y me motiva a profundizar más sobre mi ascendencia cuando veo el interés de nuestros seguidores por conocer esta cultura; lo pasan muy bien aprendiendo y eso me pone muy feliz. Haber crecido en un país donde mis rasgos son distintos a la mayoría de la gente, siempre generó una disyuntiva: ¿soy china o chilena? No encontraba un espacio para mí, porque cuando viajaba a China, tampoco era lo suficientemente china. Pero cuando emprendí encontré mi espacio, que me ha reafirmado que yo soy esa mezcla de dos culturas», explicó.
«Con Mama Chau’s soy una comunicadora de mi lado chino y me llena de orgullo que mis papás sean chinos y que tengamos la fortuna de ser parte de dos culturas tan lindas», finalizó.

Watson se llama la razón por la que Paula Yael inició en 2020 la tienda de mascotas Pet Shop Online.
Watson es el bulldog inglés que adoptó junto a su marido. Tenía cuatro meses y del lugar de adopción «nadie se lo llevaba».
«Los bulldog son perros que tienen demasiados problemas, muchas alergias, veterinario todo el tiempo… Entonces, para nosotros era como el bebé de la casa. Después de todos esos problemas, empezamos a investigar y a meternos más a fondo en el tema, y pasó que nos gustó mucho todo lo referente a las mascotas y los animales», recuerda Paula sobre los inicios de su carrera como emprendedora.
En 2020 abrió su primera tienda, con la idea de no solo tener un negocio, sino también un sitio desde donde ayudar a las personas que estaban pasando por lo mismo que ellos habían sentido. Pero «tuvimos la mala suerte de que, dos días después de que arrendamos el local, decretaron la cuarentena. Entonces, dijimos, ‘bueno, qué va a pasar ahora’. Estábamos bastante desorientados, pero también ahí llegaron las aplicaciones a salvar ese déficit; no teníamos manera de vender si no era a través del delivery», explica la emprendedora, notaria de profesión.
Hoy Pet Shop Online cuenta con dos tiendas físicas, aunque el 70% de sus ventas se realiza por canales digitales.
Un elemento que destaca Paula de su emprendimiento es que el equipo está compuesto en su totalidad por mujeres. «Quisimos que Pet Shop Online siguiera siendo un emprendimiento femenino. Si bien mi marido está involucrado, nuestro foco siempre ha sido las mujeres. Quisimos demostrar que las mujeres también pueden. Como hoy hay muchos trabajos que se supone que son para varones, nosotras vamos a revertir esa idea; de hecho, cargamos y descargamos, hacemos todo nosotras, el mismo trabajo que haría un hombre», afirma.

Era 2013 y Violeta Arévalo y su marido, Alejandro, vivían un buen momento económico. Ella, periodista de profesión, trabajaba en una importante compañía de tecnología; él, ingeniero, se desempeñaba en un banco. Sin embargo, ese año Alejandro es despedido, un evento que resurge su interés por la gastronomía. Pensaron de inmediato en emprender.
¿El tipo de gastronomía? Los crudos, un plato típico alemán-chileno, similar a un tártaro de carne, que en Chile se asocia a las ciudades del sur, con sus bares impregnados con el aroma de la cerveza.
«En ese tiempo, a pesar de que había una cultura del crudo importante en ciertos locales -más en el Sur que en Santiago-, no sabíamos qué tan masivo podía llegar a ser, porque pensábamos simplemente en hombres y cerveza. Nadie había ofrecido solo crudo a domicilio, y hubo gente que nos preguntaba ‘¿has pensado cómo va a funcionar? Es carne cruda, es complicado’. Nosotros nunca nos asustamos, porque el sushi, que es pescado crudo, hoy a nadie le asusta», comenta Violeta sobre los inicios del restaurante Crudo Sin Censura.
Ya instalados, el público resultó ser muy distinto al que proyectaban: las mujeres eran las más fanáticas de sus productos. Así, el negocio fue creciendo y en 2014 abrieron su primer local. Poco tiempo después comenzaron a organizar el Día Nacional del Crudo, establecido en abril, para lo cual se unieron a otros restaurantes de crudo e impulsaron este plato, tal como ocurre en otros meses del año en Chile, con el Día del Completo (hot dog), el de la Piscola (cóctel de pisco y Coca-Cola) o el del Barros Luco (sandwich local de carne y queso derretido).
«Desde siempre tuve alma emprendedora, y creo que lo heredé de mis padres, quienes a su regreso del exilio, en Europa, instalaron una peña folclórica en el barrio Bellavista de Santiago. De hecho, recuerdo haberme hecho cargo de ese local junto a mi hermano durante un tiempo», cuenta Violeta.
Un aspecto que destaca Violeta es que el delivery y los canales digitales han sido fundamentales para su negocio. «A diferencia de otras empresas que tuvieron que subirse al carro del delivery rápidamente, en plena crisis sanitaria, a nosotros la pandemia nos tomó con mucha expertise. Tuvimos suerte, porque no es un proceso fácil. Tuvimos siempre la visión de que era importante estar en las aplicaciones», señala la emprendedora.
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