Las pequeñas y medianas empresas señalan la convulsa situación económica y una normativa poco adaptativa como algunos de los obstáculos para avanzar en los objetivos de la Agenda 2030.
Las pequeñas y medianas empresas tienen un papel fundamental en la transición hacia una economía sostenible. De hecho, en España representan el 99,8% del tejido empresarial y el 64% del empleo, y muchas de ellas son agentes de innovación y activas exportadoras.
Pero para incorporar a las pymes al reto de la sostenibilidad es necesario asegurar que reciben un acceso más equitativo a la información y a los recursos, y unas normativas más acordes con sus necesidades. Estas son algunas de las conclusiones del Observatorio de los ODS impulsado por Esade y la Fundación ”la Caixa” en su último informe, recogidas en sesiones de discusión junto a 43 pymes españolas de diversos sectores comprometidas con el desarrollo sostenible.
CLAVES PARA LAS PRÁCTICAS SOSTENIBLES
La apuesta de las pymes por liderar en materia de sostenibilidad puede aportarles una ventaja competitiva. Diferenciarse de sus competidores en este sentido puede incentivar la innovación, atraer y retener talento, y, además, mejorar la reputación de la empresa.
Para ello, no obstante, el compromiso de los equipos directivos con los objetivos de sostenibilidad debe ser inquebrantable. Sin este empeño es muy difícil involucrar a todos los equipos de la empresa en este objetivo común.
Está convicción debe ir acompañada de una formación adecuada. Es especialmente relevante la transferencia de conocimiento y tecnología entre el sector público, las universidades, las empresas y la sociedad civil. Tal y como señala el informe, estas alianzas estratégicas permiten “ordenar la confusión existente en torno a las nuevas normas y herramientas para integrar la sostenibilidad”.
Aunque la mayoría de las empresas entrevistadas suelen focalizarse en un ámbito específico de la sostenibilidad, todas comparten una visión amplia del desarrollo sostenible y reconocen que los tres ejes (la dimensión social, medioambiental y de gobernanza) se interrelacionan entre sí.

PRINCIPALES BARRERAS
Desde 2020, las pymes han tenido que desarrollar su actividad en un contexto socioeconómico muy fluctuante e incierto que, por encima de todo, alentaba a concentrarse en la propia supervivencia y a no correr riesgos innecesarios.
Muchas eran las incertidumbres: el aumento de los costes generales y laborales, el repunte de la demanda, la oscilación en las ventas, el endeudamiento financiero, etc. En este contexto, las pymes han renunciado durante el último ejercicio a la planificación a medio/largo plazo y las medidas transformadoras se han visto ralentizadas.
Otro de los principales obstáculos son los costes asociados a la sostenibilidad, que se reflejan en el precio final de unos productos que pueden resultar más prohibitivos para el consumidor final. Este factor, sin embargo, se verá condicionado por el poder adquisitivo de los consumidores y la priorización de la sostenibilidad en las contrataciones públicas, entre otros aspectos.
Sin embargo, cabe decir que debido a los esfuerzos en innovación y al reciente aumento de costes en los materiales tradicionales, algunas alternativas sostenibles son ahora más asequibles en precio, al tiempo que generan un menor impacto negativo en las personas y el planeta.
Otro obstáculo a superar está relacionado con la dificultad de las pymes a la hora de compartir los valores de sostenibilidad a lo largo de toda la cadena de valor. Con frecuencia, las pequeñas empresas son incapaces de ejercer un control suficiente sobre proveedores y clientes de mayor tamaño, y no encuentran colaboradores que se alineen con su nivel de concienciación.
A todo ello, también se le añade una normativa poco amigable para las pequeñas y medianas organizaciones. Aunque en los últimos años se ha creado un tupido marco legal favorable a la transición sostenible y se han puesto una generosa cantidad de fondos a disposición de las empresas para impulsar la trasformación verde, las pymes se muestran aún muy críticas con la administración.
Entre las críticas más recurrentes destacan:
- La excesiva burocracia para acceder a las ayudas.
- La inseguridad jurídica ante cambios de regulación habituales y exigencias variables.
- La falta de adaptación de la normativa a la realidad de las pymes
- El poco respeto a los criterios de sostenibilidad en las compras y adjudicaciones de la administración.
En cuanto a la captación de talento, las empresas participantes en el estudio afirman disponer de menos recursos y capacidad de promociónprofesional en comparación con las compañías de mayor tamaño. Sin embargo, esta desventaja puede superarse con facilidad siempre y cuando los buscadores de empleo perciban que el propósito de las compañías con vacantes -sean estas del tamaño que sean- se alinean genuinamente con los criterios de sostenibilidad.

LA IMPORTANCIA DEBE EXPLICARSE BIEN
Además de implementar un modelo sostenible, es importante ser capaz de comunicarlo. Esto es especialmente importante para subrayar la coherencia del modelo empresarial en relación con los valores de la empresa y, así, evitar caer en un greenwashing que acabe por afectar negativamente a la reputación de la marca.
Para ello, se ha de conjugar la elaboración de un mensaje comprensible y sencillo, que no se oriente a un público especializado, con indicadores y nuevos KPIs que permitan reportar de forma rigurosa sus contribuciones a la Agenda 2030.
En este sentido, los reportes no financieros y el uso de certificaciones son dos buenas prácticas de rendición de cuentas ante la sociedad. No obstante, adaptarlas requiere una valiosa cantidad de tiempo y recursos no siempre disponibles, especialmente para las pymes.
Es por ello que, a la hora de plantearse implementar estas prácticas, es importante “evaluar la inversión inicial que suponen, su popularidad entre la competencia y la capacidad que tiene el consumidor final para entender y distinguir el valor añadido que aportan”, explica el informe.
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