Un arpegio es una “técnica musical en la que los sonidos de los acordes se tocan de manera individual, en lugar de tocarse simultáneamente”. Gonzalo Pérez-Taiman, que además de emprendedor serial es músico y publicista empírico, escogió esta palabra para bautizar al VC especializado en invertir en compañías agrifoodtech en edad temprana en América Latina.
“En el mundo del emprendimiento y la inversión hay distintos players con distintos intereses, que tienen que unirse para crear una cosa de manera independiente. Cuando suenan juntos pueden crear una armonía”, explica Pérez-Taiman. Arpegio es el producto de su largo recorrido en los ecosistemas de innovación y de un interés genuino en el impacto social y ambiental que puede traer la tecnología.
Ese camino empieza cuando estudiaba Medio Ambiente y Administración de Empresas en el Ithaca College, “En 2001 creé un Club de Emprendedores en la universidad porque no podía trabajar y no podía crear empresas como estudiante. La alternativa fue lanzar ese club de emprendimiento que buscaba promover el mundo de startups”.
Antes de graduarse, participó en el planeamiento y business plan de una car sharing para la ciudad de Ithaca que después se convertiría en una ONG. Terminando sus estudios viajó a México para hacer una práctica con New Ventures, una organización que trabaja en el ámbito del emprendimiento sostenible y la inversión de impacto en América Latina.
“Después de graduarme, en 2005, estuve tres meses en Boston en Environmental Defense, una ONG que trabajaba muy de cerca con corporaciones para temas ambientales. Me tocó hacer un reporte sobre Climate Friendly Agriculture, viendo nuevas tecnologías o prácticas que pudieran ser adoptadas por un líder de la industria, y que estas prácticas se puedan adaptar al resto de la industria”.
Es a partir de estas dos últimas experiencias donde se empezaría a delinear lo que años después (2019) se convirtió en Arpegio (después de un largo periplo en diferentes ecosistemas tecnológicos): un articulador de los “sonidos” del ecosistema para crear una armonía en el sector agrifoodtech.
Conversamos con Pérez Taiman desde Lima, Perú, cuando Arpegio termina de aterrizar los criterios de impacto para un Fondo 2, una continuación del fondo piloto que ya ha invertido en ocho startups que empiezan a mostrar muy buenos resultados en un sector con grandes necesidades, y cuyas soluciones tecnológicas prometen transformar algunas de las regiones más olvidadas de América Latina.
Desde 2005 te encuentras con temas de agrifoodtech e impacto. Era temprano para este tema en la región ¿Cuál es el origen de este interés?
Desde mucho antes. En el colegio me fue muy bien con ciencias, muy mal con letras. Siempre quise hacer algo con música o con ciencias. Finalmente decidí dejar lo de la música, a pesar de haber sido admitido al Berklee College of Music (trompetista multinstrumentalista) y me fui por las ciencias. Años después le sumé el Business Venture.
Música y ciencias, no es el origen normal de un fundador de un Fondo de Capital de Riesgo. También trabajaste en publicidad
Sí, Cuando regreso de Lima lancé un buscador de restaurantes online que se llamaba Citadino.com, duró tres meses porque rápidamente nos encontramos con unos daneses que querían replicar el modelo de postales publicitarias gratuitas que encuentras en restaurantes y comenzamos una empresa en Lima. Estuve muy metido en ese mundo por un tiempo. Esa experiencia me dejó muchos aprendizajes en términos de publicidad, de branding.
De ahí la idea del nombre Arpegio.
En el momento de nombrar a Arpegio sabía que no quería un nombre que me limitara a quedarme en una sola industria a futuro, quería algo un poco más distanciado y más simbólico. Un Arpegio es como un acorde roto, stakeholders de un ecosistema que trabajan juntos para crear una armonía.
Me imagino que en esa época de emprendedor aprendiste como se levanta dinero.
Sí, ahí viene un largo camino como emprendedor. Después de esta empresa de publicidad hice un máster en emprendimiento en Perú y el director del programa me jaló a su empresa para que yo fuera el encargado de generar nuevos negocios. Evaluamos algunos. El primero que lanzamos fue un “groupon clone” en 2010. La ideamos, la creamos y la llevamos a 9 países de la región. Muy rápidamente migró a algo que se llamó Plaza Points y quedó como un negocio B2B.
Después de eso, me vuelvo a juntar con uno de los daneses, para crear una empresa de facturación electrónica y de financiamiento de la cadena de suministros; una fintech que ofrecía factoring. Crecimos hasta ser la empresa más grande de facturación electrónica en términos de cantidad de usuarios.
De ahí salgo para unirme con quien había sido mi gerente comercial y lanzamos Isend, que luego cambió a Bend, una empresa de last mile delivery. Lideramos el mercado por mucho tiempo pero tuvimos algunos problemas técnicos.
Levantamos mucha plata de inversionistas ángeles, pero terminamos quemando mucho de eso en el tiempo que nos demoramos en desarrollar un software. Debió demorar cuatro meses pero duró más de un año. Aprendimos cómo desarrollar productos, cómo manejar los tiempos. Al final decidimos cerrar.
Esa experiencia fue lo que más contacto me dio con el mundo de inversionistas y con el mundo de Venture Capital. Estábamos cerca de cerrar una serie A y decidimos no ejecutarlo porque el mercado había cambiado mucho en ese tiempo. Había entrado O Glovo, Rappi etc. Por el lado de la demanda había espacio para muchos, pero por el lado de los motorizados era muy difícil competir.

HACIA EL AGRIFOODTECH
¿Y cómo saltas de esa experiencia al agrifoodtech?
Esa última experiencia me abrió los ojos a lo del fondo. La decisión de Arpegio fue muy estudiada. Traté de buscar un sector donde podía tener mucho impacto ambiental o social y me interesaba un sector donde podía generar muchas eficiencias con la aplicación de tecnologías. De hecho, la agricultura es conocida como una de las industrias menos digitalizadas. Por más de que haya mejorado mucho en los últimos años, todavía hay mucho por hacer.
¿Para ese momento ya conocías a tu cofundador, Andrés Hammer?
Yo lancé a Arpegio antes de conocerlo. Estuve un tiempo solo, creando valor, posicionando la marca y siendo muy cuidadoso con quien me asociaba para hacer esto. A Andrés lo conocí en el camino a finales de 2020 o inicios de 2021, cuando por casualidad toqué a su puerta para que fuera inversionista del fondo. Él salía de un family office, una casa de inversión basada en Londres que había hecho inversiones de Agtech, y estaba también buscando crear o sumarse a un fondo. Comenzamos a ver algunos temas y vimos que hacía mucho sentido unirnos.
¿Por qué un VC?
La experiencia de ir a presentarle a los inversionistas, cuando estuve en Bend, me gustó mucho. Te obliga a estudiar cada industria, cada tipo de negocio, cada categoría, cada tecnología, para entender el mercado, entender quiénes son los drivers, quiénes son los partícipes, si eso realmente resuelve una necesidad o no; una estimulación intelectual que no encontraba en el mundo de startups donde tocaba salir a apagar incendios.
Hoy día, manejamos un portafolio de 8 empresas y cerraremos el fondo 1 al final del año con unas 15. Cuando eres emprendedor estás enfocado en uno solo. No fue una decisión fácil porque el mundo del VC tiene sus retos y sus problemas, pero quería un nuevo set de problemas distintos a los del emprendedor.
¿Qué tipo de empresas caben en la tesis de inversión de Arpegio?
Compañías agrifoodtech en edad temprana en América Latina que usen tecnología como diferenciador. Que la ventaja competitiva esté basada en una tecnología y que de alguna manera estén operando dentro de la industria agroalimentaria en la región. Y eso podría ser desde los inputs al campo hasta el consumidor. La idea era invertir en un portafolio diversificado a lo largo de esa cadena de valor de la industria alimentaria.
Vimos que apoyan empresas como Yema y Megabite. ¿Cómo han sido los resultados hasta ahora?
Todavía es muy temprano porque al final los fondos son de diez años. En 2019 comenzamos a levantar y nos iba bien. A octubre de 2019 ya estábamos por llegar al primer cierre, pero ahí comienza el estallido social en Chile y muchos de mis inversionistas eran chilenos; cambiaron sus planes de inversión. Después llegó la pandemia, luego una crisis política en Perú y terminamos postergando la estructuración del fondo y en 2021 comenzamos a invertir.
Entonces es muy reciente como para mostrar éxito en ese tipo de cosas, pero a las empresas del portafolio les está yendo muy bien. Hay una noticia importante de Megabite que sale los próximos días. Marco Financial, acaba de cerrar una ronda como de US$11 ó 12 millones con la participación del Bid Lab e IDC.
Hasta finales de este año vamos a invertir en algunas compañías y hay un pipeline muy interesante de otras empresas.
¿De ese fondo 1 al fondo 2 hay un cambio en la tesis de inversión?
Va a ser muy similar, excepto que este nuevo fondo va a ser más grande y podemos liderar rondas. También estamos reservando por lo menos 50 % del fondo para los follow-ons. Vamos a tener tickets más grandes, y probablemente una participación importante dentro de las empresas.

IMPACTO Y RETORNO
¿Qué tanta importancia tiene el concepto de impacto en Arpegio, que muchos inversionistas confunden con filantropía?
Nuestros dos fondos son fondos de venture capital que buscan retornos de mercado. Sin embargo, en el fondo 2 le estamos dando mucho más peso al tema del impacto. Va a ser un fondo de impacto dentro de la industria, y justo en este momento estamos aterrizando los criterios. Con el fondo 1 hemos validado que hay muchas compañías del sector que son súper rentables, que sí buscan el crecimiento rápido, que están alineadas con el tipo de financiamiento o el tipo de crecimiento que busca un fondo de venture capital, y que a la vez puedan tener impacto.
¿Qué tan difícil es encontrar compañías que cumplan con esos criterios?
Es muy fácil encontrar compañías que tienen algún tipo de impacto ambiental o social cuando están dentro de la industria de alimentos, por la gran ineficiencia que existe en el sector. Hay muchísimo por hacer en temas de sostenibilidad, en temas de suelos, de agua, de CO2 o de metano.
Cualquier eficiencia que ayuda en un tema de negocios para el agricultor, para el dueño del restaurante, puede también generar un impacto ambiental o social muy grande.
De hecho, hay empresas o startups que nacen con un modelo de negocio y con una idea de negocios y no hablan sobre el impacto porque no nacieron pensando en este. Se olvidan de que acá también hay un tema de impacto muy importante y que podían medirlo y anunciarlo; un enfoque que les puede abrir más puertas.
¿Están en la industria correcta?
Sin duda. El agrifoodtech es un sector donde el mundo de los negocios y el de los ambientalistas se han unido de manera virtuosa, gracias al impacto de la tecnología.
Yo estudié Medio Ambiente y también fui al Business School. En Business School se quejaban de los ambientalistas y los treehuggers, y en mis clases de medio ambiente se quejaban de los del Business school, decían que estaban matando al mundo.
En veintitantos años he visto cómo estos dos mundos se han reconciliado poco a poco. Es en esta industria se puede ver con mucha claridad esa integración de dos mundos que antes estaban muy separados.
Definitivamente hay empresas que son mucho más de impacto y que quizás deben buscar otro tipo de financiamiento, pero hay otras que sí encajan con el financiamiento de venture capital y que pueden encajar con otro tipo de financiamiento o crecer orgánicamente sin buscar el camino del VC.
¿Qué diferencia a Arpegio de otros VCs especializados en agrifoodtech?
Definitivamente somos pocos y eso lo que ha hecho es que haya mucha colaboración entre los pocos que hay, sobre todo en América Latina, pero también conversamos con cientos de fondos o de aceleradoras, de gente que está invirtiendo o promocionando esto en el mundo. Si ves la cantidad de dinero o de inversiones que entran a esta categoría, todavía es poco en comparación a otras. El resultado de esta situación es una colaboración estrecha entre todos.
Las diferencias puedes verlas, sobre todo, en lo que está basado cada fondo, dónde tiene el VC su oficina principal. Nosotros que estamos entre Perú y Chile, vemos mucha innovación con base en agricultura intensiva o de frutos, por ejemplo, de aguacates, de berries, etcétera. En Argentina, en Brasil, Paraguay, ves más temas de commodities, granos, agricultura extensiva.
Y por último, una diferencia grande es que nosotros no decimos que somos un fondo agrifoodtech, somos un fondo que invierte en tecnología para la industria agrifoodtech. Por eso tenemos empresas como Marco Financial que es una empresa de fintech que hace financiamiento para exportadores, financian a cualquier tipo de exportador y muchos de sus clientes son agroexportadores
Arpegio tiene un brazo de divulgación llamado Tribu.la ¿Qué busca esta iniciativa?
La razón por la que lanzamos Tribu era crear una plataforma donde nuestro protagonismo como conectores se fuera diluyendo un poco entre distintos players de la industria; que puedan conectar entre ellos automáticamente sin pasar por nosotros y de manera automática en la plataforma. Tribu tiene un componente de red social para que la gente pueda conectar, crear grupos, etcétera, y tiene un componente de contenido para ayudar a transferir información de fuera de Latinoamérica hacia Latinoamérica y viceversa, hacer perfiles de los emprendedores, de los inversionistas, y básicamente ayudar a conectar los ecosistemas que están repartidos por toda la región.
AGRIFOODTECH EN “LA DESPENSA DEL MUNDO”
El sector está creciendo más o menos a una tasa anual de un 25%, según algunas publicaciones. ¿Viene un crecimiento explosivo en el sector?
Yo creo que definitivamente hubo un tipo de boom con inversionistas generalistas que quizás no están tan metidos y que quisieron ser parte de una primera ola, y que seguramente hoy han buscado otras prioridades. Pero definitivamente vamos a ver mucho más crecimiento porque definitivamente hay todavía mucho por hacer. Lo que creo que falta son otros mecanismos de financiamiento, porque no todos las startups necesariamente encajan con un modelo de venture capital de crecimiento rápido.
¿Y quién podría ayudar a acelerar ese crecimiento?
Los gobiernos suelen ser los primeros, hay programas como Corfo en Chile, que son un buen comienzo, pero debería haber un poco más de colaboración con la industria existente. De hecho hay estudios que muestran cómo las corporaciones comienzan a depender más de hacer I+D externo y hacer Open Innovation más en el futuro y reducir su I+D in-house. Esa tendencia se ve, pero es lenta porque las corporaciones se mueven también muy lentas.
Yo espero que haya más esfuerzos por el lado privado que por los gobiernos, pero obviamente los gobiernos siempre pueden ayudar y a veces pueden generar esa primera chispa.
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