Por Daniel Scarafia, Director Regional Hitachi Vantara Latinoamérica.
La pandemia de Covid-19 ha tenido impactos sin precedentes en las personas y la sociedad en su conjunto. Uno de esos impactos ha ocurrido como consecuencia de que esta crisis sanitaria se desencadenó en medio de una revolución digital.
El nuevo coronavirus llegó rápidamente a ciudades que se encontraban dentro de un proceso de transformación digital. Muchas de estas metrópolis representan, para dicho proceso de digitalización, una serie de comunidades conectadas, con sus culturas fusionadas, a la vanguardia de la innovación y que confían en que el desarrollo tecnológico podrá combatir muchos de sus problemas. Sin embargo, cuando llegó la pandemia surgieron aprensiones sobre el nivel de respuesta que tendrían estas ciudades.
El cuestionamiento no es gratuito. Como muchos predijeron, esta pandemia ha provocado una recesión económica mundial, reduciendo drásticamente los presupuestos de las organizaciones en todos los sectores: gobierno, empresas y academia. Los presupuestos de las ciudades tampoco se han librado del recorte. Por ejemplo, el director digital de la ciudad de Londres, Theo Blackwell, reconoció que los presupuestos del sector público deberán reevaluarse después del Covid-19.
Transformar y digitalizar las ciudades no es barato, así que si los gobiernos se enfrentan a recortes presupuestarios relacionados con la pandemia, que podrían detener la financiación de proyectos de innovación tecnológica, ¿qué pasará con la anhelada construcción de ciudades inteligentes en Latinoamérica?
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) entiende que las ciudades inteligentes son las que «utilizan conectividad, sensores distribuidos en el entorno y sistemas informáticos de gestión inteligente para resolver problemas inmediatos, organizar escenarios urbanos complejos y generar respuestas innovadoras para satisfacer las necesidades de sus ciudadanos. Utilizando tecnologías para integrar y analizar una inmensa cantidad de datos generados y capturados de diferentes fuentes que anticipan, mitigan e incluso previenen situaciones de crisis». Dicho lo anterior, ¿América Latina está en camino de construir sus smart cities?
Las características regionales presentan una oportunidad: el 80% de la población latinoamericana vive hoy en ciudades, comparado con el 50% de la población en 1960; urbes del continente que han experimentado serias dificultades para absorber grandes concentraciones de personas de áreas rurales, con un aumento exponencial de personas que viven en barrios marginales, según el Banco Mundial[1]; asimismo, en comparación con el resto del mundo, América Latina está 25 puntos por encima de la población urbana promedio mundial, nivel que presenta una oportunidad en cuanto a procesos de digitalización, de acuerdo a otro informe del Banco Mundial[2].
Sin embargo, los niveles de conectividad en la región parecieran desalentadores, ya que una de cada dos personas no tiene ningún tipo de acceso a internet en América Latina, según Cepal. Además, hay una variación significativa en la región en términos de conectividad: países como Haití o Cuba tienen cerca del 10% de acceso a la red; el 60% de la población de Argentina, Uruguay y Chile sí tienen acceso a internet.
El camino hacia las ciudades inteligentes aún está muy lejos. América Latina requiere de liderazgo en políticas digitales capaces de iniciar políticas de largo plazo y destinar recursos económicos a proyectos que van más allá de lo inmediato, con una alta participación público-privada con el objetivo de crear infraestructuras tecnológicas de calidad para nuestros países.
En definitiva, la oportunidad de crear ciudades inteligentes hoy es difícil en América Latina, pero no imposible…
Para acercar este sueño hay que pensar en cuáles serían los beneficios directos de implementar estas ciudades inteligentes: para empezar, podríamos aprovechar los datos y usarlos para temas como optimizar el consumo de electricidad o agua potable; reducir la contaminación del aire; mejorar la congestión del tráfico y reducir los niveles de generación de desechos. Las smart cities tienen el potencial de mejorar significativamente la calidad de vida de los ciudadanos.
[1] https://data.worldbank.org/indicator/SP.RUR.TOTL.ZS?locations=ZJ&view=chart
[2] https://data.worldbank.org/indicator/SP.RUR.TOTL.ZS?view=chart
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